No pierdo la esperanza de que haremos una catarsis política, una nueva época de limpieza, de claridad política y moral pública, liberada de satrapas de pacotilla que han hecho carrera delictiva amparados por la sombra del poder. Cuando pase, el cambio adoptara acaso una trayectoria sinuosa, confusa, y tal vez se dé la circunstancia de que quienes administren la transición no sean los resistentes con credenciales, fajados durante tantos años denunciando grandes corruptelas y la espantosa debacle económica, sino, principalmente, salgan de los mismos civiles y militares que han colaborado con el régimen, pero no quieren que les salpique la escoria y el hedor por el cual transita la narcorrevolución hasta su defunción... REGRESAR |