En la segunda ida intempestiva del fluido eléctrico del día, tenía el sueño engarrotado en las ojeras. Me asomé a la ventana y vi absorto una barricada en llamaradas, mientras vecinos altisonantes vociferaban su queja, estragados por la incomprensión de no entender un esquema de cortes manejados al antojo, como si fuese una ruleta... REGRESAR |