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Rafael Simón Jiménez, candidato de la unidad opositora a la gobernación de Barinas, comienza su conversación con dos relatos.
El primero versa sobre la opulencia: todos los lunes, por la mañana, un avión Falcon 50 de la Fuerza Aérea aterriza en la pista del aeropuerto de Barinas. Allí, al pie de la escalerilla, una flota de 4 camionetas Tahoe da la bienvenida a Adán Chávez, candidato a gobernador y primogénito del maestro Hugo de los Reyes Chávez. La caravana y más de 20 escoltas comienzan su vertiginoso recorrido.
El segundo relato hace acopio de un presunto hecho de corrupción: solamente la puerta de la casa cuesta 30.000 bolívares fuertes. Se trata de un regalo de cumpleaños. El agraciado es Cleber Chávez, hijo de Narciso Chávez, a quien su abuelo, el gobernador actual, no le dio una sino dos casas construidas por el gobierno regional.
Posteriormente, esas viviendas se unieron en una sola. Su interior, dice Jiménez, es digno del show televisivo Extreme Makeover.
-El imperio de los Chávez, la monarquía, la dinastía de una familia que se ha enriquecido groseramente con el erario público, es repudiado por inmensos sectores de la población.
Mi candidatura es la única que está en franco ascenso, a pesar de que la decisión tuvo un retardo de cuatro o cinco meses.
Tengo un respaldo muy sólido y unitario, sin fisuras, que pondrá fin a esos desmanes.
Jiménez sostiene, no obstante, que estos no son los casos más relevantes de corrupción en esa entidad.
-Ese honor le corresponde al propio mandatario regional, Hugo de los Reyes Chávez, que jamás ha licitado una obra en 10 años de gestión. Vale recordar que por no haber licitado tan sólo una obra el ex gobernador del estado Yaracuy, Eduardo Lapi, tuvo que irse al exilio, y el otro gobernador yaracuyano, Carlos Giménez, también irá a juicio por idéntica causa. El ex magistrado Luis Velázquez Alvaray, defenestrado del TSJ por no licitar uno de los palacios de justicia construidos bajo su mandato.
A juicio del ex parlamentario oficialista, la opulencia que rodea a la familia Chávez no es difícil de rastrear.
-Los Chávez se amparan en el viejo y cuartorrepublicano mecanismo de diluir sus riquezas mediante el uso de los testaferros. Tienen una mentalidad rural, que les lleva a invertir el grueso del dinero en tierras y ganado, algo difícil de ocultar en un pueblo pequeño.
-¿Cuántos votos necesita para ganar y cuántos tiene amarrados?
-La votación histórica de la oposición en Barinas ronda los 100.000 votos. En diciembre de 2006, durante las elecciones presidenciales, Manuel Rosales sacó 96.000 votos y el chavismo 238.000 votos. Aquello equivalía a 32%. Un año después, en ocasión del referéndum, la oposición volvió a sacar 96.000 votos y el chavismo se redujo en 118.000 votos; pero ahora la oposición acapara 46%. Por eso, yo sostengo que si logro consolidar esa mayoría histórica, y frente a un chavismo dividido, yo gano con 100.000 votos.
-Además de lo emblemático del Estado por ser la cuna del Presidente, ¿por qué es tan importante Barinas?
-Con un triunfo de su hermano mayor, Hugo pretende salir de la parte más podrida, pero al mismo tiempo garantiza la impunidad de su familia. Una fórmula gatopardiana: cambiar las cosas para que todo quede igual.
-Chávez ha perdido a tres oradores en la AN: Ismael García, Luis Tascón y usted. ¿En qué se diferencia el suyo de los otros dos casos?
-Yo apoyé a Chávez en 1998 y estuve con él hasta 2002. A pesar de ser electo como diputado en la plataforma de Chávez, siempre sostuve que no fui chavista, siempre he sido masista. Tengo una sólida formación ideológica, me inicié en la política cuando todavía era un niño, milité en la juventud comunista a los 12 años de edad, fui líder estudiantil, he sido militante del MAS y tengo un pensamiento democrático muy bien sedimentado. Yo no peleé con Chávez por puestos ni por posiciones. Lo abandoné en el momento en que comenzó a mostrar un talante antidemocrático. Mi disidencia fue temática y de principios.
-Una vez, Teodoro Petkoff le dijo a los masistas: 'Los espero en la bajadita'. ¿Cayó usted por esa bajadita?
-Petkoff, evidentemente, tuvo razón. Pero la frustración histórica del proyecto del MAS es una responsabilidad de Petkoff y de Pompeyo Márquez.
El fenómeno Chávez se incubó en la inmensa frustración que significó el gobierno de Caldera, y no porque lo dejara en libertad sino porque las expectativas de cambio eran inmensas durante ese gobierno del cual formaron parte Teodoro y Pompeyo. Todos nos hemos encontrado en la bajadita.
-Usted siguió de cerca las peripecias del ministro Nelson Merentes y el caso del FIEM. Aquellos polvos trajeron estos lodos. ¿Qué opina de todo esto?
-Lo que estamos presenciando, esta ópera bufa de los niños cantores de la boliburguesía, en Miami, es una recopilación antológica de todas las corruptelas cometidas en los últimos 8 años. Porque donde se fraguó toda esa riqueza fue en la emisión de los papeles por parte del Estado venezolano. Incluso, Franklin Durán confesó en el juicio por el caso Antonini que con una inversión de 500.000 dólares se había ganado 100.000.000 de dólares. Por supuesto, eso se debió a que manejaban información privilegiada. Estos muchachos, que actuaban alrededor de toda una mafia incrustada en el Ministerio de Finanzas, se asociaron con estos seudo empresarios y siguieron chupando durante la administración de Merentes y Rafael Isea. La crisis de Wall Street va a sacar a flote todas las perversiones que se hicieron con el manejo de la deuda venezolana y vamos a conocer, tal vez, el caso de la más grande corrupción que pueda haber experimentado Venezuela, en la que están involucrados personajes como Antonini, pero también están incursos diputados que desde la Comisión de Finanzas pasaron a ocupar posiciones de gestores. El asunto de las notas estructuradas pone en situación precaria al sistema bancario y retrotrae a Venezuela a una crisis financiera quizás similar a la de 1992. Esa es una situación que se está incubando y que quizás el gobierno la aproveche para terminar de nacionalizar el aparato productivo. REGRESAR |
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