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Las novelas de 40 escritoras venezolanas que desarrollaron su obra en la época postgomecista constituyen un enigma incluso para los lectores más avezados. Así lo revela Mariana Libertad Suárez, ganadora del Premio de Ensayo Mariano Picón Salas, por Sin cadenas ni misterios. Representaciones y autorrepresentaciones de la intelectual venezolana (1936-1948).
Blanca Rosa López fue una de estas escritoras. La hija del presidente Eleazar López Contreras presentó su novela Caminos en 1938, bajo el seudónimo de Elinor de Monteyro, pero no fue sino hasta el miércoles pasado que sus propios familiares tuvieron la oportunidad de saber de qué iba su obra, cuenta Suárez. 'Invité a sus sobrinos a la ceremonia de entrega del premio Mariano Picón Salas. Para ellos el acto fue muy emotivo'.
La narrativa de Monteyro, así como la obra La leyenda del estanque (1948), de la escritora Narcisa Bruzual constituye el corpus de la investigación de Suárez, filóloga y profesora del departamento de Literatura de la Universidad Simón Bolívar. 'Lo que me interesa de estas escritoras es que proponían una visión de ellas mismas como intelectuales, considerada paralela a la del canon que conformaron escritores como Rómulo Gallegos y el propio Mariano Picón Salas.
Tampoco tiene nada que ver con lo que decían los medios de ellas, que las caricaturizaban y las tildaban de frívolas', dice la autora.
Suárez escogió los 12 años posteriores a la muerte de Juan Vicente Gómez porque considera que 'se trata del período más importante en la historia de las mujeres de Venezuela'. Tras la muerte del dictador, 'comienza a hacerse visible una organización política nacional importante, nacen partidos políticos y publicaciones para cohesionar a la gente, incluyendo a las mujeres'.
La escritora cuenta que entre 1936 y 1948 'las mujeres como colectivo político comienzan a tomar conciencia de sus posibilidades de participación. En 1936 las venezolanas, incluyendo a Blanca Rosa López, la propia hija del Presidente, escribieron una carta para exigir su derecho al voto'.
Suárez explica que en esos años comenzó a consolidarse el universo de mujeres escritoras, que había sido fundado durante el gomecismo por pioneras como Virginia Gil de Hermoso y Teresa de la Parra. 'En ese período que va desde 1936 hasta 1948 se creó la Biblioteca Femenina Venezolana, que hacía un concurso anual que abarcaba ensayo, teatro, narrativa y poesía. El jurado estaba conformado por los intelectuales más canónicos de la época: José Rafael Pocaterra, Arturo Uslar Pietri y otros', señala.
DESTERRADAS Y OLVIDADAS
Durante la investigación, Suárez pudo palpar que las escritoras de los años treinta y cuarenta estaban bien valoradas. Por esta razón no se explica por qué fueron condenadas al olvido por generaciones posteriores. 'Una de las cosas que no logro entender cuando estudio ese período es el proceso de expulsión posterior de estas novelistas. En el momento en que las obras son publicadas aparece buena crítica y en general hay una buena acogida, pero creo que por el hecho de sentirse amenazados por estas nuevas presencias, los hombres intelectuales se encargaron de que no sistematizaran esta escritura'.
La obra de Bruzual y de Monteyro, así como la del resto de sus contemporáneas, no figura en los manuales de literatura; tampoco fueron reeditadas. 'Esa es una de mis grandes angustias. Las antologías son muy recientes. Creo que la de 1992 que hizo Luz Marina Ríos es la más vieja. Más allá de que las obras escritas por mujeres se vendan o no esa es una mera cuestión de mercadeo el problema es que se editan mucho menos', agrega.
Previo a la entrega del premio, Suárez fue entrevistada por un periodista, quien le insistió que la Biblioteca Ayacucho tenía un catálogo equilibrado. 'La verdad es que la Biblioteca Ayacucho incluye apenas a Flora Tristán, Teresa de la Parra, Sor Juana Inés de la Cruz y Gabriela Mistral. Lo mismo sucede con las colecciones que edita El Nacional. La presencia femenina en las editoriales es limitada'.
El año pasado el presidente de la Biblioteca Ayacucho, Humberto Mata, reveló que sólo 7% del catálogo de esa editorial corresponde a obras escritas por mujeres. La tendencia en las editoriales, al menos en las del Estado, es tratar de llenar ese vacío. Suárez espera que sea así, y que su investigación sirva para lograr la reedición de las obras de Bruzual, Monteyro y otras autoras.
'Una de las cosas interesantes de leer a estas escritoras, es que la construcción estereotipada de que todas las mujeres son dulces, maternales e introspectivas y narran en primera persona es un mito. Y el premio es, justamente, un síntoma de que el canon literario se está revisando'. REGRESAR |
| Fecha publicada: 26/02/2009 Fuente: TalCual Tema: cultura
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