|
|
Unos fueron a volar unas hélices elevadas por el aire de una bomba. Otros aprendieron a andar en bicicleta y soltaron las rueditas. Unos abuelos volvieron a sentir la textura de la grama sobre la piel. Los jardines de la Universidad Simón Bolívar, rodeados del bosque de Sartenejas, se han convertido el Parque del Este de quienes viven en el sureste de la ciudad. Aunque cada domingo también hay quienes cruzan Caracas para visitarlo.
María Angélica Acosta es egresada de la universidad, pero la visita frecuentemente, ahora acompañada de sus hijos. Estos jardines son como la 'tierra de nadie' de los ucevistas.
Alfredo Autiero y Adriana Flores también visitan la universidad desde hace años, pese a que no estudiaron allí. 'Todos mis amigos son de la Bolívar; vengo desde hace 10 años porque es seguro, agradable, al aire libre. Hay pocos sitios a donde ir. La ciudad ha crecido, pero no las áreas verdes, y parece que la gente se ha olvidado de que el sol existe'.
Autiero agradece el esfuerzo que hace la universidad por mantener los jardines, sobre todo cuando este año los presupuestos de las casas de estudio públicas han sido reducidos hasta en 52%.
'A las universidades en este país les cuesta mucho impartir enseñanza, y en la Simón Bolívar, con el presupuesto miserable que le dan, mantiene muy bien este sitio de recreación, a lo cual también tenemos derecho', indica. Añade que la oferta de los jardines es fundamentalmente familiar y que se ha creado una solidaridad tácita entre padres. 'Aquí ningún niño se pierde', expresa.
Las áreas verdes del campus reúnen a familias enteras cada domingo. Son mantenidas por los recursos que recauda la Asociación de Amigos de la USB, que además hace el mantenimiento del laberinto cromovegetal de Carlos Cruz Diez. Los jardines fueron diseñados por el arquitecto paisajista Eduardo Robles Piquer e inaugurados en 1972.
Rosa Restaino y Juan Martínez tienen dos domingos seguidos yendo a los jardines de la universidad. Dicen que están decepcionados del Parque del Este, cuya grama perdió hace tiempo la batalla contra la sequía y en el que hay que estar demasiado alerta por la inseguridad. Llevan cavas con refrescos y jugos, así como frutas y galletas para picar, además de sábanas para acostarse en la grama, bajo la sombra en forma de estrella que hacen las palmeras.
'A mí no me importaría tener que pagar algo para entrar. Este lugar es estupendo. Se podría hacer una rifa para mantenerlo', manifiesta Martínez.
Ellos vivieron los buenos tiempos de los jardines de la sede del litoral de la USB, antes del deslave. Ahora hacen el viaje de Las Acacias a Sartenejas para recostarse en la grama.
La universidad está abierta para este uso los domingos, cuando se cierra una calle para que niños y adolescentes manejen bicicleta y patineta. El paseo empieza en las primeras horas de la mañana y termina a las 3:30 pm, cuando cierran el campus.
REGRESAR |
| Fecha publicada: 10/11/2009 Fuente: El Nacional Tema: educacion
|
*** noticias no disponibles *** |
|