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Si hay algún sector beneficiado por las políticas monetarias de la actual administración, es el financiero. Los bancos y los seguros presentan ganancias históricas consecuencia de los dividendos obtenidos por la dinámica económica impuesta por el actual gobierno, razón que define una situación de equilibrio en el área.
La intermediación bancaria se ha perdido y estas entidades están subsidiadas prácticamente por el Estado a través de la negociación de papeles financieros. Los seguros viven un buen momento sobre todo si tomamos en consideración el pago de las pólizas de salud efectuado por la administración pública, que equivale a un porcentaje importante del Producto Interno Bruto.
Sin embargo, sorpresivamente se conoce la intervención y eventual liquidación de siete bancos dirigidos por empresarios vinculados al oficialismo y a quienes públicamente se les ha conocido como la boliburguesía, suerte de conglomerado económico parasitario del gobierno. De todas maneras se aprecia una purga entre grupos aledaños al Estado. La voracidad de estos financistas ha constreñido al Gobierno a intervenirlos porque el escándalo es dantesco y ocasiona una importante erosión de la imagen del Presidente ya muy deteriorada por la ineficacia representada en el espectáculo del suministro fallo del agua y la electricidad, amén de la inseguridad personal.
Es importante recordar que los bancos y los seguros constituyen áreas muy sensibles porque se trata de dinero ajeno manejado por cúpulas. El origen mundial de la banca está teñido de hechos abusivos y corruptelas de todo tipo tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos. El comunicador Miguel Pedrero, en su texto Las cloacas del poder mundial, los describe perfectamente en su genealogía.
Desde el año pasado se observa cómo en el país del Tío Sam aparecen en aprietos firmas tan conocidas como Lehman Brother, Citicorp, Bank of America y muchas otras con una apariencia de solidez. Asimismo se produjeron los casos fraudulentos de Alan Stanford y Bernard Madoff, quienes incursionaron en el área delictiva dado el contubernio con la Reserva Federal, organismo incapaz de supervisarlos.
Es evidente que las desviaciones en la gestión de todos estos bancos han contado con la negligencia, si no, con la complicidad de las autoridades destinadas a controlarlas.
De otra manera no hubiera ocurrido el cúmulo de irregularidades porque se hubieran previsto, detectado e impedido.
Lo acontecido ahora no es diferente a lo sucedido en el puntofijismo. Los affaires del BND, el BTV, el Latino y los demás de la crisis de los noventa así lo confirman. El autopréstamo, la falta de legitimación de capitales y cualquier cantidad de anomalías se repiten no porque haya incapacidad de control, que la hay, sino porque se trata de un problema estructural. La corrupción es empleada como mecanismo de manejo político, y una economía basada en el aporte de fuente energética fósil a los centros mundiales de poder no puede fiscalizar al sector servicios, que es el ámbito hacia el cual se dirige la economía globalizada.
Lo anterior es una muestra más de que la actual gestión gubernamental es administradora de la mundialización en Venezuela encubriéndose en un discurso radical detrás del cual subyace la verdadera naturaleza de su cometido. La economía capitalista tiene sus representantes, sean de izquierda o de derecha, en América Latina y nuestro caso es una evidencia más de ello. REGRESAR |
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