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La devaluación de Chávez tiene un propósito político. En el corto plazo le dará aire, pues dispondrá de más bolívares por dólar de petróleo exportado, pero en el mediano le generará problemas.
El 2010 podría ser el año que marque el punto de quiebre para el comienzo del fin del régimen de Chávez en Venezuela. Por culpa del desgobierno, de la corrupción rampante y de la improvisación generalizada, se están juntando negros nubarrones que el chavismo no va a poder despejar y que provocarían una reacción popular generalizada en su contra, marcando el inicio de su caída.
Esto podría ocurrir en las próximas elecciones, que se realizarán en septiembre del presente año. Como lo plantea Heinz Dietrich, el principal ideólogo del régimen chavista, si estas elecciones se pierden, "el proceso bolivariano podría llegar a su fin". En razón de la presente crisis, este mismo señor Dietrich ha descrito el gobierno de Chávez como "un Titanic a punto de hundirse" y recientemente afirmó que "el iceberg está más cerca". También señaló a los altos líderes del proceso como "los responsables de la catástrofe que se avecina". Por su parte, el embajador de Venezuela en la OEA, Roy Chaderton, ha expresado públicamente su "preocupación por la supervivencia de la revolución bolivariana". Y estas no son voces aisladas: esa misma preocupación existe en muchos sectores del chavismo.
En efecto, la situación es crítica, pues al racionamiento de agua y de energía eléctrica, a la incontrolable inseguridad urbana, a la inoperancia de los planes sociales y al desabastecimiento crónico que están padeciendo los venezolanos, se sumará ahora una inflación de entre el 50 y el 60 por ciento para este año, como consecuencia de la devaluación que acaba de decretar el gobierno. No hay que olvidarlo: la inflación sí tumba gobiernos; ha sido la persistente historia de América Latina. Hay que recordar que Venezuela importa casi todo lo que consume -por ejemplo, el 60 por ciento de los alimentos-, razón por la cual se estima que después de la devaluación, al menos la mitad de los productos importados pasarán a costar el doble a sus consumidores. Y esto no se evitará poniendo soldados con metralletas en los supermercados.
La devaluación de Chávez es fiscalista y tiene un propósito político. En el corto plazo le dará un aire, pues el gobierno dispondrá de más bolívares por dólar de petróleo exportado, pero en el mediano no es una solución y, por el contrario, le generará problemas mayores. Podrá aumentar el gasto público en los próximos meses y habrá más dinero en circulación, por lo que se incrementará la demanda de bienes importados, y esto nuevamente presionará el alza de precios. Así, en lo inmediato, el gobierno podrá aumentar artificialmente el gasto público para neutralizar el riesgo de ser derrotado en las próximas elecciones parlamentarias, pero luego la realidad económica le pasará la cuenta por la ventanilla política. Chávez tiene dificultades infranqueables para superar la crisis y no tiene respuestas para justificar la forma como dilapidó la bonanza petrolera del país en los últimos años. En medio de un mar de petróleo, el pueblo no se resignará a un racionamiento de luz de cuatro horas diarias, que podría ser aún mayor en el futuro; además, superar esta crisis estructural energética podría tomar cuatro o cinco años, pues en vez de tener las 35 plantas generadoras de energía necesarias, el país sólo tiene seis, pues no ha habido inversiones en este campo en los últimos años. En contraste, el gobierno ha regalado 61.000 millones de dólares en ayudas a otros países, sin control alguno y en función de su arbitraria agenda política: 20.000 millones a Cuba, 8.500 millones a Argentina, 5.200 millones a Brasil, 700 millones a Irán, 300 millones a China, 300 millones a Estados Unidos, etcétera. Los venezolanos nunca van a entender por qué, teniendo tantas necesidades insatisfechas, su gobierno regaló tantos recursos sólo para satisfacer sus intereses políticos.
En medio de esta situación, sus acostumbradas maniobras de distracción parecen cada vez más risibles y ya no convencen a nadie. Acusar a Estados Unidos de enviar aviones espías a Venezuela y presentar como prueba una foto de un avión P3 bajada de Wikipedia es francamente patético. "¡Ni la temible 'hacker' Lisbeth Salander habría dado con tal hallazgo!", así ridiculizó este hecho el periódico opositor Tal Cual. Es evidente que Chávez ha empezado a dar palos de ciego.
En conclusión, en medio de esta situación tan catastrófica, en las elecciones de septiembre el gobierno chavista podría ser derrotado y perder el control del Congreso, con lo cual su proyecto autoritario fracasaría. Pero tampoco hay que olvidar la tradición de súbitos levantamientos populares en Venezuela. Recordemos el célebre 'Caracazo' de 1989, causado por un desabastecimiento crítico y un alza descontrolada de precios, como la que se ve venir este año en el país vecino. El comienzo del fin del chavismo podría estar más cerca de lo que parece. REGRESAR |
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