|
|
Venezuela es el país con el peor desempeño económico en todo el continente. Es la única economía que por segundo año consecutivo permanece en estado de recesión con excepción de Haití y la decadente Cuba comunista. Lidera la inflación con una tasa anualizada de dos dígitos (30%) superior por más de cinco veces al promedio de América Latina; presenta el riesgo-país más elevado (reflejo de expectativas internacionales desfavorables con respecto a la evolución esperada de la economía). Y para rematar, Venezuela figura en los últimos lugares en el índice de competitividad y libertad económica en el mundo, lo cual evidencia que no es un país atractivo para los inversionistas extranjeros, dada la ausencia de seguridad jurídica y, más específicamente, de respeto a los derechos de propiedad y contratos, a lo cual se suma las innumerables trabas y controles para instalar y operar eficientemente cualquier empresa o iniciativa de negocios.
Ante esta realidad cabe preguntarse: ¿Podrá el Gobierno nacional superar esta crisis colocando la economía en una senda de crecimiento sostenido con una inflación de un dígito?; ¿Cuál será la estrategia y la política económica que el Ejecutivo ejecutará para lograr el objetivo antes señalado? Estas son algunas de las interrogantes que deben propiciar un amplio y democrático debate entre los venezolanos, pues está en juego el destino y el bienestar socioeconómico de la población y de manera especial de los sectores sociales más desposeídos y vulnerables.
El sentido común indica que para curar una enfermedad, en este caso económica, es requisito imprescindible tener un diagnóstico acertado del origen de la misma, y luego un tratamiento con medios o medidas igualmente acertadas para curar la enfermedad. Ninguno de estos requisitos los cumple el gobierno revolucionario. Según el presidente Hugo Chávez y sus ministros de la economía, la recesión obedece a la caída de los precios del petróleo en el 2009, producto de la crisis económica mundial del capitalismo, mientras que la elevada inflación es culpa de los empresarios acaparadores y especuladores.
YO NO FUI En otras palabras, para la elite gobernante, la crisis se debe a factores externos y su naturaleza es transitoria o coyuntural.
No está determinada por el modelo político-económico ni por las medidas de políticas públicas que han venido adoptando el Gobierno. Por lo tanto, no se impone rectificación alguna y mucho menos un cambio en el rumbo que le están imponiendo al país.
Consecuente con este diagnóstico el presidente Chávez viene planteando que Venezuela está en una fase de 'Transición al Socialismo' y que la meta es lograr una mayoría absoluta en la Asamblea para profundizar la revolución y el tránsito al 'Socialismo del Siglo XXI'.
Pero lo cierto es que la crisis económica es estructural y no se resuelve con un nuevo aumento vertiginoso de los precios del petróleo, escenario que no luce además probable en el corto plazo. Se trata de una crisis cualitativamente distinta a la experimentada por el país cuando en el pasado hubo choques externos negativos en los precios del petróleo. La crisis tiene dos grandes componentes, por un lado, el agotamiento desde hace décadas del modelo de una economía rentista excesivamente dependiente del petróleo y vulnerable a los precios volátiles del mismo.
FRENAZO MEDIANTE VOTOS En este modelo, exacerbado en estos 12 años de revolución bolivariana, el crecimiento descansa fundamentalmente en el gasto público y no en la inversión privada nacional y extranjera, fuente principal de generación de riqueza en los países que han alcanzado el desarrollo. Y el otro componente, novedoso en la crisis económica actual, radica en la insostenibilidad de un modelo de inspiración ideológica totalitaria que combina políticas populistas con reformas socialistas orientadas éstas últimas a desmantelar el aparato productivo privado sustituyéndolo por la propiedad monopolista del Estado-gobierno sobre las tierras y las empresas privadas, mediante una estrategia de control progresivo de toda la actividad económica, financiera y comercial. Este modelo destruye fuentes generadoras de empleo y riqueza agravando la naturaleza de la crisis y encaminando al país hacia un gran desastre económico, tal como ocurrió con todos los regímenes políticos que ensayaron el socialismo marxista.
El curso que tome la economía dependerá en gran medida de los resultados electorales del 26-S.
Si el oficialismo alcanza mayoría absoluta en la Asamblea y el Presidente cumple con su promesa de radicalizar aún más su revolución, seguirá agravándose la crisis económica y los costos asociados a la misma. Si el triunfo lo obtiene la alternativa democrática tiene el reto de contener el avance del proyecto totalitario y de obligar a un cambio de rumbo económico. REGRESAR |
| Fecha publicada: 20/09/2010 Fuente: TalCual Tema: economia
|
*** noticias no disponibles *** |
|