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Cada día son más las personas que sufren infartos; y la principal razón es tener hipercolesterolemia, que no es más que tener el colesterol alto. Se sabe que cuando los niveles en la sangre están por encima de los 200 mg/dl, el riesgo de sufrir un evento de cardiopatía se incrementa. El problema es que esta enfermedad no presenta síntomas y se conoce como el enemigo silenciosos, que cuando ataca es con ganas de matar.
El aumento de estos niveles de grasa en la sangre está estrechamente relacionado con los alimentos y con la cantidad de colesterol de la dieta. Recordemos que colesterol es una sustancia cerosa y suave que se encuentra en todas las partes del cuerpo, entre ellas, el sistema nervioso, la piel, los músculos, el hígado, los intestinos y el corazón. Es elaborada por el cuerpo y también se obtiene de los productos animales en la dieta, es esencial para el desempeño del organismo. Sin embargo, hay que tener cuidado que no aumente.
El colesterol y otras grasas de la sangre, como los triglicéridos, no se disuelven en el plasma por lo que su transporte en el organismo se realiza por medio de las lipoproteínas.
Existen diversos tipos de lipoproteínas, cada una de ellas con una densidad y una función diferente. Una es buena y la otra mala. Las lipoproteínas de baja densidad se denominan LDL y transportan una fracción de colesterol desde el hígado al resto de las células del organismo, donde será utilizado para fabricar las membranas de las células. Su importancia es tal que sin el colesterol no sería posible la vida del ser humano. Pero, cuando el colesterol de las LDL aumenta más de lo necesario se puede depositar en las paredes de las arterias donde provoca la formación de placas dificultando el riego de las células. Por dicho motivo, a dicha fracción de colesterol se le califica como colesterol malo.
Las lipoproteínas de alta densidad, denominadas HDL o colesterol bueno, se encargan de devolver al hígado el colesterol que le sobra a las células del organismo. De este modo será eliminado y no llegará a depositarse en las arterias ni a dificultar la llegada de sangre a los órganos. Gracias a esta propiedad, mientras más partículas de HDL haya, más cantidad de colesterol se puede eliminar y menor será el riesgo de sufrir un infarto de miocardio.
El colesterol sanguíneo proviene de dos fuentes: una fuente endógena, que corresponde a la producción propia del organismo, en especial en el hígado y representa el 60 a 80% del colesterol total y una fuente exógena, que proviene de los alimentos que consumimos. Es por eso que hay que cuidar lo que se come.
Algunas personas no pueden reducir el colesterol a través de cambios alimenticios y ejercicios. En esos casos, el médico especialista debe prescribir medicamentos que reducen el colesterol y que controlen las dos fuentes de donde proviene.
¿Cómo puedo reducir?
Lo primero que hay que atacar es la alimentación. Es importante reducir la ingesta de alimentos contribuyentes de colesterol, como las carnes rojas, vísceras, yemas de huevo, mayonesa, mantequilla, manteca, los productos lácteos y todo lo frito.
Se bebe agregarles a la dieta: El afrecho de avena, el afrecho de arroz y el plantago psyllium (un grano del Oriente), actualmente se están agregando a muchos productos alimentarios porque son particularmente altos en fibra soluble. Otras fuentes son: frutas (plátanos, naranjas, manzanas, toronjas, uvas, ciruelas, fresas), porotos, arvejas, garbanzos (secos, partidos) y otros vegetales (zanahorias, calabazas, batatas, coliflor y frijol verde).
Empezar a reducir el tamaño de las porciones es muy recomendable para bajar los kilos de más y comer sólo lo necesario sin abuso. Las comidas preparadas o rápidas hay que evitarlas, es preferible comer un sandwich de pavo con pan integral y verduras, más un jugo de frutas. Ejercicio se debe hacer regularmente, aunque sea caminar media hora diaria. REGRESAR |
| Fecha publicada: 23/10/2007 Fuente: Diario de Caracas Tema: salud
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