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Aunque las opiniones varían respecto de si el gobierno del presidente Hugo Chávez debería considerarse autoritario o democrático, casi todos parecen coincidir en que, al contrario que sus predecesores, Chávez ha hecho del bienestar de los pobres de Venezuela su máxima prioridad. Su gobierno, se dice, ha proporcionado alimentos subsidiados a familias de bajos recursos, redistribuido la tierra y la riqueza y dirigido dinero de la próspera industria petrolera a los programas de salud y educación. No debería sorprender, entonces, que en un país donde la política estuvo dominada durante largo tiempo por élites acaudaladas, Chávez se haya ganado el duradero apoyo del pueblo venezolano, según refiere un trabajo publicado en Foreing Affairs versionado por El Universal.
Esa historia podría ser convincente para muchos que se sienten indignados por las profundas desigualdades sociales y económicas de Latinoamérica. Desafortunadamente, no es cierta. Ni las estadísticas oficiales ni los estimados independientes muestran evidencia alguna de que Chávez haya reorientado las prioridades del Estado para beneficiar a los pobres. La mayoría de los indicadores de salud y desarrollo humano no presentan mejoras significativas, más allá de lo que sería normal en medio de una bonanza petrolera. De hecho, algunos índices se han deteriorado alarmantemente y las cifras oficiales indican que la desigualdad en el ingreso ha aumentado.
El éxito político de Chávez no surge de los logros de sus programas sociales ni de su efectividad al redistribuir la riqueza. Más bien, mediante una combinación de suerte y manipulación del sistema político, Chávez ha enfrentado elecciones en momentos de sólido crecimiento económico, impulsado por el auge petrolero. Como los electores en todas partes, los venezolanos tienden a votar según lo que le convenga a su bolsillo, y eso ha significado votar por Chávez. Ahora, sin embargo, su mal manejo de la economía e incapacidad de cumplir con su propia retórica a favor de los pobres finalmente comienzan a afectarlo. Ante una acelerada inflación, un creciente desabastecimiento de los alimentos básicos y fallas crónicas en los servicios públicos, los venezolanos comienzan a atisbar las consecuencias de las políticas económicas de Chávez -y no les gusta lo que ven.
Desde que asumió el poder en 1999, Chávez presentó sus políticas económicas y sociales como una alternativa de izquierda ante el llamado consenso de Washington. Aunque las diferencias eran moderadas al principio, el ritmo de los cambios se aceleró notablemente después de la crisis económica de 2002-03. Desde entonces, la economía venezolana ha sufrido una profunda transformación.
Falsa izquierda
Desde que Chávez asumió el poder en 1999 hasta ahora la economía venezolana ha sufrido una profunda transformación.
El cambio tiene cuatro aspectos básicos. Primero, las dimensiones del Estado se incrementaron notablemente. Segundo, el establecimiento de precios y salarios está sometido a una estricta regulación. Tercero, ha habido un considerable deterioro en la seguridad de los derechos a la propiedad. Cuarto, el Gobierno reformó totalmente la política social y reemplazó los programas existentes con las iniciativas denominadas misiones.
Las opiniones sobre las consecuencias de muchas de estas reformas varían, pero parece haber un gran consenso en torno a la idea de que han favorecido la redistribución de la riqueza del país.
Uno esperaría que tal consenso estuviera respaldado por sólidas evidencias. Sin embargo, hay una notable escasez de datos que apoyen la afirmación de que el gobierno de Chávez ha actuado diferente a gobiernos previos en Venezuela.
Las consecuencias económicas
De hecho, aunque otra sea la percepción fuera del país, la mayoría de los venezolanos ha estado consciente desde hace largo tiempo de que las políticas sociales de Chávez son inadecuadas e inefectivas. Un sondeo realizado por la firma Alfredo Keller y Asociados en septiembre de 2007 mostró que sólo 22% de los venezolanos creen que la pobreza ha disminuido con Chávez, mientras que 50% consideran que aumentó y 27% opinan que se mantuvo invariable.
Desde finales de 2007, el modelo económico de Chávez ha comenzado a desmoronarse. Por primera vez desde 2004, la mayoría de los votantes afirmó que su situación personal y la del país empeoraron en 2006.
Esta creciente crisis económica es el previsible resultado del enorme mal manejo de la economía por parte del equipo económico de Chávez. Durante los últimos cinco años, el Gobierno siguió políticas fiscales y económicas expansionistas, aumentando el gasto real en 137% y la liquidez real en 218%. Este derroche superó incluso la expansión de los ingresos petroleros: el gobierno de Chávez logró la admirable hazaña de incurrir en un déficit presupuestario en medio de un boom petrolero.
Estas políticas expansionistas eran adecuadas durante las profundas recesiones que enfrentó Venezuela luego de la crisis política y económica de 2002-03. Pero al continuar la expansión después que terminó la recesión, el Gobierno generó una crisis inflacionaria.
Macroeconomía del populismo
El comportamiento de Chávez es típico de los experimentos de populismo económico en Latinoamérica de los años 70 y 80, descritos por los economistas Rudiger Dornbusch y Sebastián Edwards como 'macroeconomía del populismo'. El éxito inicial tiende a envalentonar a los planificadores de políticas, quienes creen que tienen razón al desatender las recomendaciones de la mayoría de los economistas. La formulación racional de políticas se torna cada vez más difícil, toda vez que los líderes se convencen de que las limitaciones económicas convencionales no se aplican a ellos.
Las medidas correctivas sólo se toman cuando la economía se ha salido de control. Pero para entonces es demasiado tarde. REGRESAR |
| Fecha publicada: 28/02/2008 Fuente: El Universal Tema: gobierno Tags:
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