Detrás de la política de estatización empresarial que inició el Gobierno en 2007 con la Cantv y La Electricidad de Caracas, que también absorbió a Ávila Mágica, Tropigas, Caracas Hilton y Sidor, se esconde el objetivo de asumir el control de compañías que reportaron ganancias importantes mientras fueron administradas por capital privado.
El plan que elaboró el Gobierno para adueñarse de la siderúrgica más importante de Latinoamérica y convertirla en 'socialista', comenzó el año pasado, y su ejecución se inició con la aprobación del presupuesto de gastos e ingresos de la Nación para 2008.
Para cumplir su misión de arraigar 'un modelo productivo socialista' en los sectores minero y transformador, el despacho de Industrias Básicas y Minería cuenta con 100,6 millones de bolívares fuertes.
De ese monto, 4,43 millones están destinados específicamente a la 'transformación gradual de las actuales empresas básicas capitalistas en empresas socialistas orientadas al fortalecimiento de la soberanía productiva nacional'.
Este 'modelo socialista' es el mismo que el presidente Hugo Chávez exigió instaurar en la ahora Siderúrgica Alfredo Maneiro –antes Sidora su titular, Rodolfo Sanz, y a los trabajadores agremiados en Sutiss.
Ilógico. Al especialista en Economía Empresarial Daniel Lahoud le resulta ilógico el hecho de que se estaticen compañías cuya gestión productiva y financiera ha sido eficiente.
Considera que una de las razones que explica el afán del Gobierno por convertirse en administrador de empresas es aumentar la cantidad de puestos de trabajo bajo su control.
'Las compañías estatizadas hasta ahora tienen en común que son muy rentables y tienen un flujo de caja muy bueno', afirma el profesor de Economía de las universidades Católica Andrés Bello y Central de Venezuela.
El hecho de que este sea un año electoral también incide, según Lahoud, en el impulso de la avanzada de estatizaciones.
Con la adquisición de empresas que tienen una tradición de eficiencia y rentabilidad, el Gobierno pretende transmitir una imagen de administrador eficaz. 'El Ejecutivo quiere dar a entender que está trabajando eficientemente para justificar la formación de un Estado más poderoso', apuntó.
Capitalismo de Estado. La privatización de Sidor en 1997 repuntó el crecimiento de una empresa que producía 2,3 millones de toneladas de acero líquido y demandaba inversiones que superaban los 100 millones de dólares para aumentar su productividad. El año pasado la empresa produjo 4,3 millones de toneladas.
En los primeros 4 años de gestión, Ternium invirtió más de 500 millones de dólares en la adecuación tecnológica de la compañía. Durante los 11 años que estuvo privatizada, la empresa pasó de ser una estatal donde imperaba la burocracia y el rezago tecnológico, a la fabricante de acero más importante de la región.
Alfredo Rivas Lairet, último presidente de la acería antes de pasar a capital privado, no ve justificación en esta estatización. Lo único que, a su juicio, impulsa al Gobierno a tomar esta decisión es su ambición por instaurar un capitalismo de Estado, al que no ve sostenible en el tiempo.
'Siento que retrocedemos al primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, cuando comenzó el proceso de las nacionalizaciones petrolera e industrias básicas, y años después el país se dio cuenta de que el Estado debe enfocarse en proporcionar seguridad, salud, educación y bienestar a sus ciudadanos, y no administrar empresas', dijo.
El ex presidente de Sidor y Lahoud coinciden en que es necesario que el Estado no desvirtúe su papel asumiendo funciones administrativas en grandes corporaciones, y se dedique a sus obligaciones públicas.
Pero con respecto al retroceso, el historiador y profesor de la UCAB manifiesta que más que un esquema del 'siglo XXI', la estatización de empresas básicas responde a un 'mercantilismo del siglo XVIII y la revolución industrial', según el cual los Estados debían ser propietarios de las explotadoras y transformadoras de minerales. REGRESAR |