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El gobierno del presidente Hugo Chávez insiste en tener bajo su mando todas aquellas áreas que considera estratégicas para el desarrollo del país, pero para ello, tendrá que desembolsar una gran cantidad de dinero que, para algunos analistas, debería destinarse a otros sectores, como la infraestructura, salud, educación y vivienda.
Según cálculos de la firma Ecoanalítica, las estatizaciones de empresas petroleras, la siderúrgica, las tres cementeras y uno de los mayores bancos del país, podrían costarle al Gobierno alrededor de 11,6 millardos de dólares.
En un informe difundido por la consultora se destaca que el Estado puede cumplir fácilmente con los pagos pendientes por las estatizaciones de Sidor (la argentina Ternium), la mexicana Cemex, la francesa Lafarge, la suiza Holcim y el español Banco de Venezuela. 'Es importante destacar que esta nueva ola de nacionalizaciones no significa que se va a generar en el corto plazo una crisis fi scal. En Ecoanalítica hemos calculado que sumando los pagos pendientes por la nacionalización de las asociaciones estratégicas de la Faja (Exxon, Conoco y ENI), las cementeras, Sidor y, ahora, el Banco de Venezuela, las erogaciones alcanzarían 11,6 millardos de dólares'.
Apunta que si bien es una cantidad importante, que representa aproximadamente un tercio de los ingresos extraordinarios petroleros recibidos por el Fisco nacional en el primer semestre de este año, es una cifra más que manejable por el Ejecutivo. 'De manera que, como hemos señalado, el problema no es si el Gobierno está en capacidad de pagar'.
La consultora explicó que el asunto con las estatizaciones no es si el Gobierno tiene ingresos suficientes para honrar estos compromisos, sino el hecho de que el presidente Chávez busca incrementar el papel del Estado en la economía.
'El problema que nos tiene que preocupar a todos los venezolanos es qué Estado se está construyendo (...) Un Estado que se hace más grande es, a la larga, garantía de que el ajuste macroeconómico que venga en el futuro tendrá mayor resonancia en toda la sociedad. El problema no es que si los precios petroleros suben o bajan, la cuestión real es que cada vez necesitamos precios petroleros más altos para financiar esta nueva concepción de Estado, cada vez con más poder pero con menos capacidad para resolver los problemas más apremiantes que nos afectan'.
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