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La imagen que surge cuando se habla del embarazo en la adolescencia, es la de una liceísta que enfrenta un embarazo no deseado que la obliga a desertar del sistema escolar, quizás a insertarse en el mercado laboral informal, lo cual a su vez empobrece a una familia que crece de forma no planificada, disminuyendo las oportunidades futuras de todos los miembros del núcleo familiar. Esto conlleva riesgos para la salud tanto de la adolescente como del hijo o hija por nacer, quien probablemente será parte del mismo círculo de pobreza y exclusión social que genera el embarazo adolescente. Los otros escenarios de esta hipotética joven, pudieran ser interrumpir su embarazo en condiciones inseguras lo cual incrementarían el riesgo para su salud y su vida o tal vez, comenzar a vivir con el padre de su hijo o hija, probablemente otro u otra adolescente, lo que pudiera incidir en la creación de un nuevo hogar en situación de pobreza o con situaciones de violencia doméstica.
Según el Centro Latinoamericano de Salud y Mujer (CELSAM), en Suramérica, Venezuela ocupa el primer lugar de embarazos en mujeres de 15 a 19 años de edad en proporción a la totalidad de embarazos (20,5%). Esta cifra se agrava aún más cuando el último Censo Nacional de Población y Familia estimó que el 30% de las niñas venezolanas se inicia sexualmente entre los 12 y los 14 años de edad y que sólo 1 de cada 10 adolescentes (15-19 años) utiliza algún método anticonceptivo, aunque tenga información de los mismos. El embarazo adolescente sin duda, exige un análisis serio, público y también respuestas integrales, provenientes de los sectores políticos, sociales, económicos, laborales, educativos, entre otros, preguntándose por ejemplo ¿cuáles son los riesgos para nuestras niñas y jóvenes? ¿por qué la solución no se reduce a métodos anticonceptivos?
El embarazo adolescente es una problemática multicausal, por lo tanto, detrás de un joven embarazada también puede existir una historia de abuso, bien por explotación sexual, esclavitud sexual, prostitución forzada, abuso sexual en el hogar, iniciación sexual forzada, entre otras causas, que hace imposible que las niñas y jóvenes puedan autocuidarse y menos aún que puedan acceder a información o a servicios de salud. En esos casos, el embarazo adolescente puede ser sólo la punta de un iceberg de problemáticas aún mucho más complejas, que están relacionadas con factores estructurales de la sociedad tales como la inequidad de género, la violencia contra la infancia y la mujer, el tabú de la sexualidad adolescente que obliga a las víctimas al silencio. REGRESAR |
| Fecha publicada: 30/09/2008 Fuente: VEA Tema: salud
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