|
|
Un kilo de lechosa madura en el puesto de Oliva Unamo, en el mercado comunitario de Río Chico, un pueblito de Barlovento, cuesta tres cimarrones. Por el mismo precio puede comprar seis cañas de azúcar en el siguiente puesto. Pero los cimarrones no tienen valor en las tiendas al otro extremo de la calle.
El cimarrón es una de al menos 10 monedas alternativas en uso distintas partes de Venezuela. En el país se han hecho mercados de intercambio en los que circulan monedas comunitarias como el mirandino, la lionza, el guaquerí o el zambo.
Éstas cuentan con el visto bueno del presidente izquierdista del país, Hugo Chávez. Ayudarán a acabar con el capitalismo y, por lo tanto, a combatir la pobreza, dice el mandatario. Pero ninguna de estas fichas es intercambiable con el bolívar, la moneda de curso legal. Su uso se limita a los 'prosumidores' (combinación de los términos productor y consumidor); hay que llevar algo para vender antes de poder comprar con las fichas.
Los mercados en los que circulan son operaciones modestas: en Río Chico, sólo cerca de una docena de productos estaban a la venta. Pero ése no es el punto.
'Es como magia', dice Pablo Mayayo, un argentino que asesora a venezolanos sobre esta clase de esquemas.
'Cuando se elimina el dinero, que es la causa de casi todos los grandes males del mundo, la gente se relaciona entre sí de una manera diferente al cooperar, no competir'.
El espíritu revolucionario parece estar floreciendo entre los prosumidores de la población de Barlovento. 'Cultivo cocos', dice Angenia Hernández. 'En las tiendas cuestan 3,5 bolívares fuertes cada uno, pero los venderemos a 1,5 bolívares fuertes'. Según ella, ésta es una forma de 'poner fin al fascismo comercial'.
Lewes y Totnes, dos pueblos con tradiciones radicales en el sur de Inglaterra, tienen 'libras' comunitarias cuyo fin es estimular a los compradores a adquirir productos locales. Pero pueden ser intercambiadas por libras esterlinas. La otra diferencia en Venezuela es que las monedas alternativas no son iniciativas locales, sino que han sido decretadas desde arriba como parte de la campaña de Chávez para imponer el 'socialismo del siglo XXI'.
Pocas personas en Río Chçico, aunque sea una ciudad pequeña, han escuchado hablar del mercado comunitario. Los prosumidores fueron transportados por el gobierno en autobuses desde poblados vecinos.
Según José Guerra, ex jefe de Investigación del Banco Central de Venezuela (BCV), los cimarrones representan un retroceso al pasado semifeudal de Venezuela, cuando los terratenientes pagabaçn a su servidumbre con fichas que sólo podían ser cambiadas por bienes producidos o vendidos dentro de sus dominios.
Chávez ha hablado acerca de exigir que los agricultores vendan una parte de sus productos a través de los mercados de prosumidores. Pero hasta ahora, sólo unas 2.000 personas se han inscrito en ellos. A juzgar por el pasado, el presidente finalmente perderá interés. El cimarrón, una curiosa ficha circular de cartón con la ilustración de un esclavo en fuga, parece destinado a terminar siendo una curiosidad de coleccionista. REGRESAR |
| Fecha publicada: 30/12/2008 Fuente: El Universal Tema: economia
|
*** noticias no disponibles *** |
|