Es oficial. El Gobierno se quedó sin dinero y, como primera consecuencia, la política de nacionalización masiva de empresas privadas está suspendida hasta nuevo aviso.
Nada se sabe de los cheques pendientes para pagar a los propietarios multinacionales de Sidor, las cementares y las empresas del sector financiero que el Gobierno iba a comprar de contado.
Así que la 'privatización al revés', uno de los pocos rasgos concretos que le conferían identidad al denominado socialismo chavista (el sufijo 'del siglo XXI' pasó a la historia) quedará, igual que otros experimentos del proceso bolivariano, como materia prima para bibliotecólogos.
No puede decirse lo mismo acerca del propósito que prevalecía detrás de la política de nacionalizaciones. Como ha quedado demostrado una y otra vez, el objetivo de las políticas de estatización no siempre es el de conseguir que la producción sea eficiente, rentable y socialmente comprometida. El verdadero objetivo es el control. Y controlar la economía equivale a controlar la sociedad.
La nueva estrategia, parece, es la intervención, una figura jurídicamente más ambigua que la nacionalización, pero que igualmente entraña la toma de control de las empresas privadas por parte del Estado, por lo general con actuación militar de por medio. Es conocido que cuando un banco va a la quiebra, el Estado lo interviene porque la empresa ya no puede operar, y se necesita rescatar a los ahorristas. Pero ¿qué significa exactamente intervenir empresas productoras y procesadoras de arroz, solventes y en plena operatividad? Ya no hay cheques gordos, como los que se llevaron las empresas estadounidenses Verizon y AES, por Cantv y Electricidad de Caracas, respectivamente. Ahora, en cambio, se procede a la toma de instalaciones con la Guardia Nacional. O, como ya se escucha comentar: dólares para los gringos, peinilla para los criollos. REGRESAR |