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No hay forma de divorciar nuestra circunstancia política del equipo nacional
La Copa América ha conseguido arrastrar también el fútbol hacia esa marea política que desde hace varios años nos viene consumiendo. Durante el último partido de preparación de Venezuela contra el País Vasco, en las tribunas de San Cristóbal se escuchó el grito de: ¡Libertad! ¡Libertad!, una consigna improbable en otra circunstancia (salvo en Paraguay, donde existe un equipo muy popular con ese nombre).
Richard Páez sigue esforzándose por mantener al equipo aislado del mare mágnum, pero el problema es que él tampoco es el mejor ejemplo: Tras nueve años, es el técnico de mayor antigüedad a nivel mundial (en selecciones nacionales). Ha sido ratificado por Rafael Esquivel, presidente de la Federación Venezolana de Fútbol (FVF), que acaba de cumplir veintiún años en el cargo. Hablando de querer preservarse en el poder.
Richard también ha puesto de manifiesto otras características típicas de quienes han ostentado el poder en Venezuela. Después de asegurar que renunciaría al final de la Copa América, ha decidido quedarse "seis meses más", porque ya vienen las eliminatorias mundialistas (como si eso fuese una sorpresa) y él es "el único que puede ayudar al equipo en esa difícil transición". Yo soy el único que puede gobernar en esta circunstancia. También marginó a Gabriel Urdaneta del equipo por cuestionar la presencia constante del hijo del técnico, Ricardo David, en el once titular (otro rasgo característico). Gabriel ha pedido disculpas públicamente, pero el técnico sigue magnánimo. "Me parece muy buen paso que se haya disculpado", "a lo mejor tendrá su oportunidad en el futuro". Hablando de intolerancia ante la crítica y de no saber manejar las discrepancias. A propósito de poner las diferencias personales por encima del interés nacional, Richard ha dejado por fuera a uno de los mejores y más experimentados jugadores de la selección nacional.
Otro caso emblemático es el de Lázaro Candal. Quien en otra época fuese narrador de fútbol de RCTV, aparece ahora en la pantalla de TVes, como si aquí no hubiese pasado nada. Esto ha provocado una intensa discusión, desde quienes piensan que ha caído como un zamuro sobre las cenizas de RCTV, hasta los opinan que, en el nombre de esa misma libertad que el país entero está reclamando, él tiene todo el derecho de elegir en dónde quiere trabajar. Hay algo de razón en ambos casos.
No hay forma de divorciar nuestra circunstancia política del equipo nacional. En los próximos años a todos, sin excepción, nos tocará enfrentar ese tipo de dilemas, esos que surgen cuando el cumplimiento de nuestro trabajo contribuye con el funcionamiento de esa maquinaria que está demoliendo la democracia.
Nuestro equipo nacional, ese grupo de 23 jugadores que desde el martes está defendiendo a Venezuela, ha alcanzado un equilibrio muy frágil: Ha conjugado la expresión pública de las diferencias políticas que existen entre quienes aparecen como imágenes del proceso (Vera, Vallenilla) y quienes se han manifestado en contra del cierre de RCTV (Rey, Dudamel, Rojas), con el trabajo en equipo y el mantenerse enfocado en el objetivo deportivo. Ese es un logro que será muy difícil de replicar en otras áreas del acontecer nacional. Suerte, Venezuela. REGRESAR |
| Fecha publicada: 29/06/2007 Fuente: El Universal Tema: politica
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